Camille Claudel

Camille Claudel

Camille Claudel era una joven y prometedora artista cuando conoció a Rodin a principios de la década de 1880. La escultura ocupa un lugar central en su historia. La alumna, 24 años más joven que él, se convierte inexorablemente en su colaboradora, su amante y su musa. En el apogeo de estos años de pasión y trabajo, Camille Claudel esculpe obras que pasaron a la posteridad, cuyo desequilibrio y fluidez de las formas revelan un gran virtuosismo. Su obra en general refleja su gusto por la técnica, los materiales de color y la puesta en escena.

Un breve apogeo

Camille Claudel convivió con Rodin durante años de profunda complicidad artística, durante los cuales creó, por ejemplo, el busto de La pequeña Castellana y El gran vals. Clotho, una representación expresionista de una anciana demacrada, refleja la obra de Rodin "La que fue la Bella Armera".

Poco a poco, Camille Claudel desea emanciparse de la tutela de su maestro y de la influencia de su amante, para dedicarse exclusivamente a su carrera. Se aleja de él, hasta separarse definitivamente del escultor en 1892. Al mismo tiempo crea una obra muy vinculada a su ruptura, La edad madura, una ácida alegoría sobre el paso del tiempo y el peso del destino.

Para afirmar su propia identidad creativa, rompiendo totalmente con la de Rodin, inventa nuevos temas. En estas escenas intimistas y delicadas, inauguradas audazmente por Las Habladoras recrea y trasciende breves momentos de la vida cotidiana. La Ola está bajo la influencia directa de Hokusai y del japonismo. Estas dos obras llenas de energía y de vida figuran entre sus composiciones más famosas.

El fin de la creación

Sin embargo, Camille Claudel sufre dificultades materiales, económicas y de comportamiento, que no le permiten seguir trabajando. Su resentimiento hacia Rodin alimenta su demencia. Internada en 1913, murió en la soledad de sus treinta años de exilio, a los 79 años.

Sin embargo su imagen inspira a Rodin, y a los pocos retratos realizados durante su relación se añaden otros más numerosos y alegóricos (La Aurora), poblados de simbolismo y misterio (Máscara de Camille Claudel con la mano de Pierre de Wissant), que el escultor declina, difunde y reinterpreta continuamente. Por su parte, Claudel deja un único retrato de su amante, perfectamente equilibrado, prueba de su profundo conocimiento del modelo y de las enseñanzas de su maestro.

Sélection d’œuvres