Hôtel Biron

Hôtel Biron

Vue de l'oeuvre

- Diaporama

    El Museo Nacional Auguste Rodin, un lugar excepcional en París 

    En el corazón de un jardín de estilo francés, las colecciones del mayor escultor francés se presentan en un palacete del siglo XVIII. La belleza del lugar y de las obras lo convierten en un espacio de una extraordinaria armonía. Creado gracias a la donación que Rodin hizo al Estado francés en 1916, el Museo Rodin es uno de los museos más visitados de París. Cuando descubra este remanso de paz en el corazón de la capital, no dudará en afirmar: "el Museo Rodin es mi museo favorito". 

    Un lugar elegido por el artista

    El Museo Rodin tiene la particularidad de ser un museo instalado en un lugar elegido por el propio artista. Construido en 1732 por el arquitecto Jean Aubert, este magnífico palacete de tipo rocalla fue descubierto en un estado de semiabandono por Rodin en 1908. Alquiló las cuatro habitaciones de la planta baja antes de ocupar la totalidad del edificio, a partir de 1911. En este lugar el escultor preparó lo que, el 4 de agosto de 1919, se convertiría en el Museo Rodin.

    La luz sobre las esculturas Bañado de luz gracias a los grandes ventanales que dan al jardín, el recorrido por las salas del museo es un espectáculo cautivante, que se renueva con el paso de las estaciones. En función del momento del día, las esculturas adquieren un nuevo aspecto gracias al continuo juego de luces sobre los volúmenes. 

    Toda la obra de Rodin en 18 salas

    La visita comienza en el hall Cantor, donde se encuentra la escalera monumental. En las 18 salas del recorrido, bocetos en terracota, vaciados en yeso, y esculturas de bronce y de mármol muestran la evolución del artista a lo largo de su vida. El proceso creativo del artista y la génesis de las obras son el hilo conductor de la visita.

    Tras las tres primeras salas dedicadas a los inicios del artista, La Edad del Bronce se revela en una rotonda. Esta sala, una de las más bellas del museo, está decorada con boiseries del siglo XVIII. El juego de reflejos en los antiguos espejos, y la claridad del parqué, añaden una dimensión poética a la sala. Más adelante El Beso, en mármol blanco, destila una sensualidad ambigua. En la primera planta, las vistas a los bronces del jardín dan un anticipo del resto de la visita en el jardín de esculturas, donde se encuentra el Pensador. En la sala 16, las obras de Camille Claudel recuerdan la importancia del vínculo que unía a ambos artistas. La visita finaliza con el Caminante, rodeado de la colección de antigüedades que poseía el artista. Esta obra convirtió a Rodin en el primero de los "modernos".