Este torso proviene de una figura completa, conocida como Condenada abatida.

Ampliada en una segunda versión, Rodin enfatiza aún más el arco de la espalda y el pecho. Los restos de material que se aprecian en las caderas corresponden a la ubicación de las manos tal como estaban colocadas sobre la pequeña figura original. Rodin opta por conservar estos rastros, como vestigios de su trabajo y de un estado anterior.

Estos procesos de fragmentación y ampliación, otras de las características de la modernidad del artista, muestran cuán bien aprovechaba Rodin las posibilidades de una obra y cómo era capaz de modificar su percepción.

Este planteamiento forma parte de la reflexión del artista entre 1890 y 1895 en torno al fragmento y a la reducción de las formas a lo esencial. El propósito de Rodin no es dejar su figura incompleta, sino retirar lo que no es estrictamente necesario para su expresión, para darle más fuerza.

Esta es sin duda la razón por la cual el torso será un motivo ampliamente reproducido en el siglo XX.

El fundido en bronce, realizado durante la vida de Rodin, posee una asombrosa pátina verde, mate y granulada, que le confiere a esta pieza fragmentaria un carácter arqueológico.

LA OBRA EN EL MUSEO

Colecciones permanentes - primera planta, sala 15

Las obras del museo pueden ser prestadas a otras instituciones. Su permanencia no está garantizada.